“Batallón Puloi”: entre la inocencia de la juventud y los horrores de Malvinas
Cooperativa Viarava estrenará este miércoles un podcast para contar Malvinas en primera persona En base al libro de Oscar Luna “Batallon Puloi – del metegol a la trinchera” A 41 años del inicio de la guerra de Malvinas. Lo podrás escuchar en Una Radio Muchas Voces 98.1fm
Batallón Puloi, del metegol a la trinchera es un libro documental escrito por el psicólogo, guionista y veterano de la guerra de Malvinas, Oscar Luna.La obra, narrada en primera persona, recorre a través de sus párrafos las duras vivencias en carne propia que debió atravesar el autor.
Por Nota al pie
En diálogo con Nota al Pie, Oscar Luna relató cómo surgió la idea de plasmar todo lo vivido en un libro, cómo fue el proceso de selección para el título y qué le genera a él como sobreviviente brindar cada 2 de abril charlas y testimonios.
¿Cómo surgió la idea de escribir “Batallón Puloi”?
La idea de escribir Batallón Puloi, del metegol a la trinchera surgió de la propuesta de la directora de la editorial Caserío. La intención narrativa fue situar una perspectiva diferente al tratamiento habitual de la guerra, teniendo en cuenta no solo mi condición de veterano de la guerra de Malvinas, sino mi recorrido en el campo de la psicología y la dramaturgia.
La idea de relatos cortos, o microrelatos como formato, posibilitó detenerse en ciertas secuencias y también en detalles de algunos momentos claves de la experiencia Malvinas. Por ejemplo, quiénes eran aquellos pibes, de qué barrios venían, qué sueños tenían y cómo se fue entramando ese vínculo de hermandad, que es lo que nos sostuvo y sigue, de algún modo, presente entre nosotros, como un colectivo que tiene características muy heterogéneas.
¿Cómo fue el proceso de elegir el título?
El título intenta ubicar, desde el inicio, algo de lo paradójico de la guerra de Malvinas. Ese batallón existió en términos de un juego, de un pequeño grupo conformado por cuatro soldados de la dotación del barco Bahía Buen Suceso, encargados, por un tiempo, de la limpieza de la embarcación.
Esa función nos permitía recorrer los camarotes de los oficiales y estar en contacto con información calificada que luego, como una radio pasillo, hacíamos circular entre los compañeros. El libro, en ese sentido, intenta rescatar esa dimensión adolescente, muy presente en aquella primera etapa de la travesía.
Una travesía que, por momentos, nos ubicaba casi por fuera de la realidad que vivíamos, en términos de la crueldad del acontecimiento, como forma de no perder la condición humana. Preservarnos, implicaba preservar la sensibilidad y una mirada, aún en esas condiciones, sostenida en la ternura y la ilusión.
¿Cómo podría explicar la sensación que describe en esta frase: “A Malvinas fuimos pibes y volvimos veteranos. Imaginate si es jodido ser veterano a los 60, lo que implica serlo a los 20”?
La frase “a Malvinas fuimos pibes y volvimos veteranos” está, en cierto modo, planteada en el subtítulo del libro: “Del Metegol a la trinchera”, marcando ese proceso distante entre estar con los amigos en club, o viendo pasar la vida sentado en la estación del barrio, a reconvertirse en un hombre dispuesto a morir y matar por su patria.
Ser veterano de una guerra es haber atravesado una experiencia cuyo horror deja marcas para siempre. Somos veteranos por lo que cargamos, el devenir de aquellos días, la dureza del clima, los constantes ataques aéreos, el bombardeo de la flota inglesa.
La derrota, los compañeros que quedaron enterrados en las Islas nos hizo veteranos, nos envejeció, nos cambió la mirada y también la forma de ver la vida. Es difícil asumirse veterano con 20 años, porque justamente se supone que a esa edad comienza, no termina todo.
En relación a las exposiciones y homenajes que se realizan a partir del 2 de abril, ¿qué le genera a usted como sobreviviente brindar charlas y testimonios?
Creo que brindar charlas o haber escrito este libro que trata la experiencia Malvinas desde una perspectiva existencial y humana, dando cuenta desde la literatura de aquellos gestos que aparecen en situaciones tan límites como una guerra, es otro modo de malvinizar.
De no olvidar, de reparar, de abrir lo oculto y lo silenciado, para que los combatientes puedan ser entendidos y valorados. Incluso, poder rescatar algunos valores significativos que hemos ido perdiendo de vista como sociedad desde la ética, la dignidad, la solidaridad.
El otro como par, como alguien importante a quien cuidar y proteger. En ese sentido, el libro logra, por lo que me devuelven sus lectores, una reflexión, una sonrisa y también reparación. La vida no es sin conflictos, pero hay modos de superar las diferencias e incluso las injusticias, haciendo prevalecer el respeto, y dejando la violencia en todas sus formas de lado.
Notas relacionadas